En esta era de computadores y telecomunicaciones, nos enfrentamos día a día a situaciones de entrada y salida. Por ejemplo, al comprar un refresco en una máquina expendedora, damos como entrada ciertas monedas y después oprimimos un botón para obtener la salida esperada, es decir, el refresco. La primera moneda que damos como entrada pone la máquina en movimiento. Aunque generalmente no nos preocupamos acerca de lo que ocurre dentro de la máquina (a menos que se descomponga y tengamos una pérdida), convendría notar que, de alguna forma, la máquina lleva un registro de las monedas depositadas, hasta que se introduce el importe correcto. Sólo entonces, y no antes, la máquina deja salir el refresco esperado. En consecuencia, para que el vendedor tenga la ganancia esperada por cada refresco, la máquina debe recordar internamente, conforme se va insertando cada moneda, la suma de dinero depositado. A éste tipo de máquinas, le llamamos MAQUINAS DE ESTADO FINITO.